Sus Costumbres y sus Gentes
Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, el ritmo de vida de sus habitantes venía dado por el calendario agrícola y ganadero, como sucedía en toda la montaña leonesa. El modo de vida era fundamentalmente agroganadero, que se compatilizaba con actividades artesanales, comerciales o con el trabajo en la extracción y transformación del talco.
Las estaciones del año marcaban el ritmo de vida de una población eminentemente rural y las fiestas siempre estaban relacionadas con los patronos de cada localidad o con otras conmemoraciones religiosas o bien relacionadas con el fin de la cosecha, etcétera.
La puesta en marcha de la Estación de Esquí de San Isidro a finales de la década de los sesenta vino a revolucionar la tranquila vida de las gentes de estos pueblos. La llegada masiva de esquiadores y de amantes de otros deportes de montaña, como la escalada o el senderismo, han ido cambiando los ritmos de vida, transformándolos en más urbanos.
La demanda de servicios ha cambiado la economía del municipio, pasando de un casi monocultivo agroganadero a otra dominada por el sector servicios, en el que destaca una pujante y variada hostelería, en la que se incluyen hoteles, hostales, camping, restaurantes, mesones, bares, cafeterías, pubs, discotecas, apartamentos, etcétera.
Gran parte de la población activa de Puebla de Lillo trabaja ahora en el sector relacionado con el turismo, un sector que en los últimos años tiende hacia la denominada “oferta verde”, especializada en los recursos naturales, medioambientales y ecológicos. No hay que olvidar que, en este sentido, Puebla de Lillo posee una variada y completa oferta: nieve, montaña, caza, pesca, bosques, fauna y flora especialmente protegida, pueblos de montaña bien conservados, lugares de especial interés, como los lagos o el pinar, etcétera.
A comienzos del siglo XXI, las gentes y las costumbres han virado hacia un modo de vida más urbano, pero respetando y revalorizando cada vez más las antiguas tradiciones, su gastronomía tradicional, sus costumbres y los símbolos del pasado, que se han convertido en una atracción turística y todo ello dentro de un entorno natural privilegiado y excepcional.
Pensando en la potenciación del turismo, Puebla de Lillo ha recuperado costumbres y tradiciones, como la matanza, el desfile de pendones, fiestas populares, etcétera.
Curiosamente esta modernización de la economia y de las formas de vida de la comarca ha provocado, asimismo, un renacimiento de la ganadería, ahora mediante modernas explotaciones ganaderas, bien familiares o por medio de sociedades y empresas, que, además, han logrado que el valor añadido de la transformación de los productos cárnicos se queda en Puebla de Lillo mediante industrias de transformación y de comercialización de sus sabrosos productos, como jamones, cecinas y chorizos.
